Monday, August 17, 2015

30 años de estudios confirman que el rendimiento escolar mejora con la actividad física





En varios estudios realizados por el departamento de educación del estado de California en los EE.UU. (Dwyer et al, 2001; Dwyer et al, 1983; Linder, 1999; Linder, 2002; Shephard, 1997 y Tremblay et. al, 2000) se demostró una relación positiva entre la práctica de la actividad física y el rendimiento académico. Estos estudios indican que el dedicar un tiempo sustancial a actividades físicas en las escuelas, traería beneficios en el rendimiento académico de los niños, e incluso se sugieren que existen beneficios, de otro tipo, que estos niños pueden obtener, comparados con los niños que no practican actividades físicas o deportivas.
También en Universidades de la Florida, EE.UU desde hace más de 20 años tenían evidencias que concuerdan con las del Estado de California. En la publicación de Mitchell, D. (1994). The relationship between rhythmic competency and academic performance in first grade children. Doctoral Dissertation. Orlando, FL: University of Central Florida Department of Exceptional and Physical Education, se  estudió la relación entre la actividad física y la capacidad cognoscitiva. El autor afirma que se sintió motivado a hacer el estudio después de asistir a dos talleres en el verano con Phyllis Weikart, profesor emérito en la Universidad de Michigan.
El autor en la publicación manifiesta su preocupación porque los niños tienen pocas oportunidades de ser físicamente activos y de desarrollar las habilidades motoras básicas.
Mitchell realizó su estudio de 1994 para investigar la relación entre la capacidad rítmica y el rendimiento académico en los primeros grados. Los resultados apoyaron una relación entre los logros académicos y las habilidades motoras de mantener un golpeteo constante. Estos estudios también son respaldados por los de Geron, E., Intelligence of Child and Adolescent Participants in Sports. In The Child and Adolescent Athlete (Vol. 6). Oxford: Blackwell Science Ltd. (1996), quien divulga en sus discusiones que la sincronización de los niños se encuentra relacionada positivamente con los logros en la escuela, específicamente en las matemáticas y la lectura.
Los jóvenes que practican alguna actividad adicional a las contempladas en los programas formales en las escuelas tienden a mostrar mejores cualidades como un mejor funcionamiento del cerebro; en términos cognitivos, niveles más altos de concentración de energía, cambios en el cuerpo que mejoran la autoestima, y un mejor comportamiento que incide sobre los procesos de aprendizaje, según se afirma en los estudios de:
 Cocke, A. (2002). Brain May Also Pump up from Workout. Disponible en: http://www.neurosurgery.medsch.ucla.edu/whastnew/socie tyforneuroscience.htm, Dwyer, T.; Sall is, J. F.; Blizzard, L.; Lazarus, R. y Dean, K. (2001). Relation of Academic Performance to Physical Activity and Fitness in Children. Pediatric Exercise Science, 13, 225-238., Shephard, R.; Volle, M.; Lavallee, H.; La Barre, R.; Jequier, J. y Rajie, M. (1984). Required physical activity and academic grades: A controlled study. In J. Hmarinen y 1. Valimaki (Eds.), Children and Sport. Berlin: Springer, y los de Tremblay, M.; Inman, J. y Willms, J. (2000). The Relationship Between Physical Activity, Self-Esteem, and Academic Achievement in 12-Year-Old Children. Pediatric Exercise Science, 12, 312-324
Las cualidades del cerebro que se mejoraron se asociaron a la actividad física regular y consisten en:
Alto flujo de sangre que recibe el cerebro.
Los cambios en los niveles hormonales.
La asimilación de los nutrientes, y la mayor activación del cerebro (Shephard, 1997).
Cocke (2002) indica que "tres de los estudios presentados en la sociedad de neurología en el 2001, sugieren que el ejercicio regular puede mejorar el funcionamiento cognoscitivo y aumentar, en el cerebro, los niveles de las sustancias responsables del mantenimiento de la salud de las neuronas".
La función del cerebro puede también estar beneficiada indirectamente por la actividad física debido a la generación creciente de la energía a partir del tiempo que permanecen fuera del salón de clase; el incremento de los niveles de energía en esta situación puede disminuir el aburrimiento de los niños en el salón, provocando mayores niveles de atención cuando regresan a recibir instrucciones (Linder, K. (1999). Sport Participation and Perceived Academic Performance of School Children and Youth. Pediatric Exercise Science, 11, 129-144).
Diferente a las pruebas de medidas, Linder (1999) utilizó un cuestionario para recopilar datos sobre la actividad física y el funcionamiento académico de 4.690 estudiantes, entre 9 y 18 años de edad, en Hong Kong.
Ambas pruebas fueron administradas por los investigadores en las salas de clase de los estudiantes. Cada uno de ellos terminó personalmente su cuestionario, clasificando su propia actividad física y rendimiento académico. Después del análisis de los datos, los resultados demostraron una correlación positiva, pero baja (más para las mujeres que para los hombres), en la cual los estudiantes que perciben que hacen más actividad física reportan un mayor rendimiento académico.
En dos estudios realizados a largo y mediano plazo (reportados por Shephard, 1984), se compararon a los estudiantes de Bailey de una escuela que ofrecía educación física por un intervalo de 1 a 2 horas al día, con los estudiantes de otra que no ofrecía ningún programa parecido y por el contrario se concentraba en temas académicos. Tras de 9 años, los integrantes de la escuela que realizaban educación física dieron muestras de mejor salud, actitud, disciplina, entusiasmo y funcionamiento académico que los integrantes de la otra escuela.
El segundo estudio trabajó con una escuela primaria en Aiken, SC. Las estadísticas mostraban a esta escuela en 25% por debajo del rendimiento académico de las restantes escuelas del distrito.
La escuela decidió introducir un plan de estudios fuertes en artes (danza diaria, música, drama y artes visuales) y las estadísticas pasaron del 25% por debajo al 5% por encima en 6 años.